
Cuando se habla del rescate de la gastronomía mexicana, necesariamente hay que hablar de la comida hecha en casa.
En Barcelona, una de las ciudades más vanguardistas del mundo, la gente corre a las 2 en punto a sus casas ¿Para qué? Para degustar los platillos hechos en casa. Nada como comer en el hogar, con la familia. La gastronomía como fenómeno social.
Seguimos en la ciudad condal, y nos encontramos que en sus mercados ofrecen comida de tal forma, que parece todo menos que se está comiendo en un mercado. La mesa bien puesta, cubiertos de verdad, cristalería, postre, y para terminar una copa de cava.
Como en casa y como en los mercados no se come en ningún lado.
En México la realidad es otra. Una acorde a nuestro nivel de vida.
La gente sale de sus oficinas a las dos en punto en busca de un sitio que le ofrezca una comida corrida; o en busca de un puesto de comida rápida; o sencillamente se lleva un sandwich o bocadillo y se lo come en un parque o en el comedor del trabajo.
El ritmo de vida del capitalino le impide ir a su casa a degustar la comida casera.
El nivel de vida le impide a muchas amas de casa, estar ahí y preparar algo para la comida.
Es urgente encontrar una solución a esto, pues muchas de las recetas mexicanas tradicionales están en desuso.
Sí en las casa mexicanas no se cocina entre semana, la comida casera corre peligro. La espina medular de nuestra gastronomía es el recetario popular
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