Entrevista con Espartaco Martìnez de teatro/danza, Butoh. Por Alegrìa Martìnez.
Hay momentos en que Espartaco Martínez se siente Marco Polo en el mundo exótico de Oriente, pero también le ocurre, como a los niños cuando se suben a la rueda de la fortuna: una vez arriba, no se quiere bajar. De modo que este actor mexicano y bailarín de danza butoh en Japón continúa en la búsqueda de las formas para entender cuál es su destino.
Vive en Tokio, en una colonia que se llama La Oriental en el departamento de un edificio que lleva el apellido de su abuela: Montán y piensa que de algún modo no ha salido del mismo lugar, para él, esto es una alegoría.
De niño, en la ciudad de México donde nació, Espartaco jugaba a hacer rituales o procesiones como La Pasión de Cristo. Tiempo después, antes de elegir alguna vocación anduvo entre la música y la escritura y una vez en la preparatoria, le salió al paso un performance en el Museo de Antropología.
Se sintió entonces un espía que tras una cortina alcanzaba a ver travesuras, tabús y acciones sublimes de Dioses. Sin saber si lo visto era teatro o danza, buscó el modo de estudiar eso.
Un recorrido por ambas disciplinas lo condujo a La casa del Teatro donde inició su formación y en una clase de dirección, luego de haber visto un video, curiosamente del grupo Dairakudakan al que ahora pertenece, supo lo que quería hacer.
Una bailarina conectó a Espartaco con el universo underground de ese país que muchas veces es difícil conocer.
Vive en Tokio, en una colonia que se llama La Oriental en el departamento de un edificio que lleva el apellido de su abuela: Montán y piensa que de algún modo no ha salido del mismo lugar, para él, esto es una alegoría.
De niño, en la ciudad de México donde nació, Espartaco jugaba a hacer rituales o procesiones como La Pasión de Cristo. Tiempo después, antes de elegir alguna vocación anduvo entre la música y la escritura y una vez en la preparatoria, le salió al paso un performance en el Museo de Antropología.
Se sintió entonces un espía que tras una cortina alcanzaba a ver travesuras, tabús y acciones sublimes de Dioses. Sin saber si lo visto era teatro o danza, buscó el modo de estudiar eso.
Un recorrido por ambas disciplinas lo condujo a La casa del Teatro donde inició su formación y en una clase de dirección, luego de haber visto un video, curiosamente del grupo Dairakudakan al que ahora pertenece, supo lo que quería hacer.
Una bailarina conectó a Espartaco con el universo underground de ese país que muchas veces es difícil conocer.
(Para ver entrevista completa http://www.cabaret.com/ )

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