El patrimonio cultural no se limita a sus manifestaciones tangibles, como monumentos u objetos que se han preservado a través del tiempo. También abarca las que innumerables grupos y comunidades del mundo han recibido de sus antepasados y transmiten a sus descendientes, a menudo de forma oral.
La UNESCO se ha abierto a nuevos enfoques de la comprensión, la protección y el respeto al patrimonio cultural de la humanidad, entendiendo que este patrimonio vivo llamado inmaterial, confiere a los pueblos un sentimiento de identidad y continuidad, pues se apropian de éste y lo recrean constantemente.
Así, la UNESCO oficializará el próximo primero de agosto la declaración de la cocina mexicana como Patrimonio Intangible de la Humanidad.
Pero quien crea que por esto "el gran momento de nuestra gastronomía ya llegó" está equivocado al cien por ciento.
Conseguir que nuestra cocina tenga esa distinción es un trabajo, entre comillas, sencillo. La gastronomía mexicana se vende sola; lo cual no demerita el esfuerzo de quienes trabajaron para que esto sucediera, desde hace años.
Sólo hay que prestar atención. La declaración no es el punto más alto; es solo el primer paso
Hoy en día nadie niega que la gastronomía española es la mejor y más valiosa del mundo; nada nos costaría voltear, y ver que están ahí resultado del trabajo abnegado de cuatro generaciones.
Bien es cierto que cada quien debe mirar por sus fogones pero aprender de los mejores no es malo.
Este es el primer paso, ahora sigue trabajar duro y organizar nuestra gastronomía.
Practicar la buena cocina, profesionalizar la práctica gastronómica, procurar una sociedad con una clase social media que sustente el hecho de comer día a día como algo común, sentar bases, generaciones...
Hay mucho trabajo por delante, sabemos que en nuestro país se trabaja mal. Este paso es importante, ahora toca darle continuidad y sustento.
Más cocineros menos pregoneros. Más cocineros menos chefs.
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